Experiencia de Cristina en un curso de formación en Noruega

SPARK!

Una aventura increíble en un lugar remoto.

He tenido la oportunidad de poder asistir a un curso sobre emprendimiento social organizado por el programa Erasmus + en Noruega durante una semana y puedo decir, totalmente convencida, que ha sido una experiencia inolvidable.

He compartido esta historia con 36 personas procedentes de países como Bélgica, Chipre, Grecia, Hungría, Italia, Macedonia, Polonia,  España, Portugal, Eslovaquia, Eslovenia, Reino Unido, Austria, Estonia y, por supuesto Noruega.

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Nos alojamos en un hotel que nos ofreció todo lo que necesitábamos y más, situado a casi mil metros de altura, nos ofrecía unas vistas espectaculares con un lago como protagonista, que también se hizo partícipe de nuestra aventura. Teníamos un salón de trabajo donde realizamos la mayor parte del curso, en el que sentados en semicírculo atendíamos con interés a nuestros trainers con sus flipcharts explicativos. Todos los días después del desayuno nos reuníamos ahí y las sesiones se dividían en una parte por la mañana y otra por la tarde. Antes de empezar con el temario nos dábamos una “sesión de energía” que consistía en hacer juegos entre nosotros para conocernos y, despertarnos, que nunca viene mal. Esto ocurría cuatro veces al día, pero no era lo único ameno, ya que el curso en sí se enseñaba de manera muy participativa.

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El primer día consistió en las llegadas, el segundo en conocernos y empezar a tocar el temario, obteniendo los conceptos y las definiciones necesarias para empezar a entender el emprendimiento como tal, y se combinó con cenas interculturales, en la que los participantes llevamos alimentos típicos de nuestra tierra y pudimos compartirlo con todos nuestros compañeros. El tercer y cuarto día fue de trabajo intenso, estudiando tipos de empresas con el fin de emprender y elaborando nuestro propio “business plan”. El quinto día visitamos la ciudad de Lillehammer, y aprovechamos para tener una visual de la típica postal Noruega, con sus singulares casitas y calles, zonas verdes y demás. Para terminar, los últimos dos días consistieron en presentar nuestros proyectos como tal, y obtener un feedback importante, tanto del modelo de negocio como del curso en sí, además de vivir el último día con una despedida con actividades que nos hicieron ver lo afortunados que éramos en haber podido vivir esa aventura con gente de todas las edades, de toda Europa, y de lo rico que volvíamos, en tan solo una semana, o al menos yo me sentí así, y pienso que mis compañeros también.

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Es una experiencia que estoy deseando volver a vivir, porque no sólo he aprendido a dar mis primeros pasos para poder crear mi empresa en un futuro, sino que me he traído de todos y cada uno de ellos un recuerdo maravilloso, la diferencia de culturas, de países, el idioma… rompe los esquemas de tal forma que ves la vida cuando vuelves de otra manera. Es una aventura que recomiendo a todo el mundo que quiera vivir algo inolvidable, con gente inolvidable. Yo tuve mucha suerte la verdad, las personas que me acompañaron eran de diez, y lo mejor de todo es que a la ida, yo sólo llevaba una maleta de mano, y a la vuelta, de todo lo que me llevaba de allí, no cabía en el avión…

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