Experiencia de SVE de Marisa Guzmán

Mi nombre es Marisa y soy de Jaén. Decidí encauzar una corta etapa de mi vida a este bonito proyecto ERASMUS+, a través de Iniciativa Internacional Joven de Málaga, a los que estoy enormemente agradecida por esta gran e inolvidable experiencia en mi vida.

El destino fue uno como cualquier otro pudo haber sido, Malta. Dónde realice mi proyecto durante cinco meses, un proyecto de muy corta duración.

El porqué de mi voluntariado es sencillo, siempre me ha encantado viajar, conocer a gente y otras culturas, aprender y sobre todo los retos; todo lo que este proyecto proporciona. Siempre quise saber cómo trabajan las organizaciones, así que, qué mejor forma de saberlo que participando en una de ellas de forma activa.

Ser voluntario europeo te permite crecer en todos los aspectos como persona. Te da la posibilidad y el poder de empezar en un nuevo país. Con culturas y mentalidades totalmente diferentes a la tuya, y también el poder de abrir tu mente a todo lo que pueda suceder a tu alrededor.

Mi tiempo en Malta fue un choque constante de contrastes y emociones, tanto positivas como negativas. Al llegar me di cuenta de que los malteses son personas súper agradables, amables y religiosas. Y a las pocas horas descubrí que además son chicharacheros e impuntuales, y como a cualquier sureño europeo les encanta bromear. El país en sí me pareció precioso, genial para realizar actividades acuáticas, escalada o senderismo.

Respecto al idioma, el oficial es el maltés y el segundo inglés; así que no tuve ningún problema de comunicación. Ya que por lo general todo el mundo lo habla perfectamente, eso sí con acento maltés lo que hace que en ocasiones sea algo difícil entenderlos.

Al llegar a Gozo, la otra isla que compone el conjunto de islas maltesas con tan solo una superficie de 67km2, donde pasaría mi estancia sentí que el país era extremadamente pequeño y que me agobiaría en seguida. Esta visión cambió rápidamente, una vez tuve una completa percepción de todo lo que podía hacer y descubrir en un país tan pequeño.

La organización para la que trabaje se encargaba  de las emergencias, rescates y salvamento marítimo en la isla. Allí nos proporcionaron todos los cursos  y formaciones necesarios para poder trabajar con ellos. He de decir que fueron realmente divertidos y en ocasiones algo caóticos!.  Los hacían parecer lo más realistas posibles simulando todo tipo de efectos! Toda una experiencia y un gran chute de adrenalina!

Además de este tipo de actividades también poseían grupos de cadetes, con los que realizábamos un montón de actividades de todo tipo, como concienciación social, ambiental, ecológica, etc. Trabajar con ellos me pareció muy interesante, ya que aportan visiones muy diferentes de una misma realidad a la que todos pertenecemos.

En total en la organización éramos un grupo bastante grande e internacional de voluntarios, rápidamente formamos muy buen grupo y en cuestión de poco tiempo pasamos a ser una familia.

Además de trabajar disponíamos de mucho tiempo libre, por lo que recorrer este y otros países no fue ningún problema. Hicimos muchas excursiones por la isla y escapaditas esporádicas al extranjero.

Recordaré con especial cariño el encuentro de bienvenida de voluntarios europeos en Pembroke. Donde nos presentaron al resto de voluntarios europeos que trabajaban al igual que nosotros y donde dimos a conocer nuestras respectivas organizaciones, su trabajo y nuestra función como voluntarios en ellas.

Es por estas y otras muchas razones, que recomiendo a todo aquel que tenga la posibilidad de realizar un voluntariado de esta clase. El mío lo fue de muy corta duración, por lo que  animo a realizar proyectos de larga duración. Ya que en mi caso, me quedé con mal sabor de boca.

Este programa me ha acercado a la realidad laboral de una organización aportandome nuevas competencias personales y profesionales, que estoy segura emplearé y necesitaré en el futuro.  Ademas de ayudarme a improvisar y mejorar idiomas.

Es una experiencia única, que recomiendo a todo el mundo!!