Experiencia SVE Rubén Alcaraz en Hungría

¡Hola! Soy Rubén, vengo de Málaga y os voy a resumir en las siguientes líneas mi experiencia dentro del E.V.S. de larga duración que he realizado en la segunda ciudad húngara, llamada Debrecen, al Este del país centroeuropeo. Jamás oí hablar de este lugar, algo más de 200.000 habitantes, con una Universidad en donde casi todos los estudiantes son extranjeros, y con un idioma que es considerado como el tercero más difícil del mundo.

Era la segunda vez que me marchaba a vivir al extranjero (tras unos meses residiendo en México), además, era mi tercera participación en el programa de Erasmus+, tras dos training courses en años anteriores, uno de ellos en Kosice (Eslovaquia) y otro de ellos casualmente en Hungría, en un pequeñito pueblo llamado Téreny.

La aventura comenzó tras una larga e intensiva búsqueda de proyectos relacionados con actividades medioambientales, pero tras ir contrarreloj, ya que me encontraba por aquel entonces en el límite de edad para realizar este tipo de programa y tras una suerte algo esquiva, en el último momento apareció la posibilidad de realizar un proyecto relacionado con temas juveniles en el lugar ya mencionado.

Actualmente me río de esos nervios y el temor (propios por la situación), ya que este año ha sido una grandísima experiencia en la que ha sucedido de todo, aunque desafortunadamente, por desgracia, no todo ha sido un camino de rosas, aunque como ocurre en la filosofía del Judo, utilicé la energía de mi “adversario” en mi favor, ¿a qué me refiero? Os lo voy a contar a continuación.

Siempre me he sentido excitado y emocionado tras ver las experiencias que han tenido los voluntarios malagueños que han ejercido un S.V.E. en el extranjero, y al mismo tiempo, las diferentes personas que han tenido uno propio en mi ciudad… una ola de buen rollo que no paraba de golpear… Pero para mí y para mis compañeros, la buena relación con la asociación de acogida no era tan fascinante.

Pero como he indicado antes, una crisis puede convertirse en una oportunidad, ya que esta situación me hizo ampliar mi iniciativa, conocí gente, hice contactos y a partir de ahí surgieron varios workshops que pude “canjear” por horas de trabajo, como te dirán antes de partir, “el voluntario que más da es sin duda el que más recibe”.

Las actividades generales de la asociación se basaban en apoyar a profesores de inglés en diversas escuelas e institutos, promoción de EVS, además de eventos esporádicos que surgían….no obstante, yo tenía clases de yoga con niños en un pueblo donde Cristo perdió la sandalia, un club de español en dónde enseñaba la cultura hispana (cocinaba, hablaba de diferentes ciudades, fiestas regionales, juegos populares…), un club de conversación en español…y para el verano, tras el final de las clases, fundé el club de cultura española e hispanoamericana de Debrecen y una maratón de cine latino… fueron bastantes actividades en las que podría contar miles de historias divertidas y a veces sub-realistas, pero soy el ejemplo de que todo tiene su lado positivo….el EVS me ha aportado ese pequeño empujón que necesitaba para llevar a cabo mis ideas y objetivos, es decir, me ha llenado de poder a la hora de tomar la iniciativa.

Este punto ha sido el más determinante a la hora de desarrollarme personalmente, me considero una persona con mil ideas, pero a veces no he tenido el coraje de llevarlas a cabo, gracias al EVS, eso ha cambiado.

Dejando un lado el tema las actividades, conocer a personas de todos los rincones de Europa (y otros continentes) fue épico, en otras palabras, tengo familia en cada punto del globo terráqueo. Éramos voluntarios de España, Alemania, Rusia, Italia, Polonia, Georgia, Rumanía, Serbia y Turquía.

Los viajes, pieza fundamental en esta experiencia, fueron geniales, pude visitar, además de Hungría, países cercanos como Eslovaquia, Austria, Polonia, Italia, Eslovenia….además de dos Road Trips, uno por Serbia y Bosnia-Hezergovina, y otro en Rumanía, donde “aventura” se convirtió en nuestro apellido. (Estoy pensando en escribir un libro de humor absurdo contando las peripecias de este año).

¿La gente? Es cierto que los húngaros poseen una cultura, no sólo distinta a la Mediterránea, mis amigos centroeuropeos y del este opinaban que eran más raros que una rana con una camiseta de Mecano. Pero algunos de mis alumnos-participantes se ganaron mi corazón con pequeños gestos por los cuales es imposible emocionarse, desde comentarios positivos, hasta sorpresas y regalos inesperados (si vais a realizar un EVS juvenil, intentad enfocad workshops para preadolescentes, son sin duda, los más agradecidos).

Me gustaría dar varios consejos a los futuros EVSs, cuando estéis a punto de aceptar un proyecto, contactad con voluntarios y/o exvoluntarios, para que os hablen de su experiencia y evitar sorpresas negativas (No es lo normal pero más vale prevenir que curar).

Una vez que estéis en el EVS, dad todo lo que podáis, seréis recompensados. Dedica un día a pasear y perderos por la ciudad en la que estés, acompañado de una mochila y una cámara de fotos. Viaja solo/a al menos una vez, ya sea dentro del país de acogida o en el extranjero, es una experiencia dulce, y algo que parece una chorrada, ¡escribid un diario!, dedica un par de horas semanales a rellenar los detalles de vuestra experiencia.

¡Anímate y únete al mundo EVS! ¡Apaga el ordenador o móvil y ponte a buscar proyectos!