Experiencia SVE de Josema en Polonia
Hace un año aproximadamente comenzaba la que sería una de mis mayores experiencias vitales. Mi situación personal era bastante difusa, tenía un futuro incierto, ¿seguir estudiando?, ¿buscar trabajo?, necesitaba algo diferente y por casualidad descubrí el Servicio de Voluntariado Europeo, algo de lo que no había escuchado hablar nunca.
Poco a poco me fui informando de las ventajas que este programa tiene y decidí salir de mi zona de confort. Como recién había terminado mis estudios de Educación Primaria pensé que un proyecto relacionado con mi labor docente sería ideal. Estaba ante una oportunidad increíble de abrir mi horizonte, conocer otra cultura, aprender a vivir en otro contexto y también de conocer gente, hablar otros idiomas y viajar. ¡Y lo hice!
Es verdad que siempre se tienen momentos malos, con sentimiento de soledad o días en los que crees que nadie te entiende, pero la balanza final se inclina del lado de los buenos momentos.
La ciudad de Bialystok (Polonia) me daba la bienvenida ya en un avanzado otoño, nada comparado a mi Sevilla natal, pero con el tiempo aprendí a disfrutar del frio. A más de 3500km de distancia encontré un colegio de educación especial totalmente volcado con mi compañera Sara y conmigo en donde durante los 9 meses que duró nuestro proyecto apoyamos las actividades ordinarias del centro, y también propusimos actividades propias.
Nuestro cole nos daba la oportunidad de integrarnos en sus diferentes clases estructuradas haciendo actividades adaptadas a sus necesidades y sirviendo de motivación para los alumnos; o en los talleres, como por ejemplo: cocina ayudando a los chavales a ganar en autonomía personal, teatro para trabajar la expresión corporal, en la jardinería aprendimos a cuidar un pequeño cultivo, clasificar semillas, cuidar plantas, o uno de los favoritos como el deporte. Incluso contaron con nosotros para las actividades navideñas y las actuaciones musicales final de curso. También hicimos actividades propias: cocina de platos típicos españoles (debemos apreciar nuestra tortilla de patatas), clases de idiomas, talleres de expresión artística, o exposiciones sobre la cultura de nuestro país.
Muchas veces me pregunta si irme a hacer el voluntariado europeo fue una buena decisión, y mi respuesta siempre es “si”. Por lo que invito a todo el mundo a vivir una experiencia tan bonita y gratificante como la que yo viví.
Josema Román, 27 años.